En pocos días estaremos de vacaciones y podremos olvidarnos de los jefes, el trabajo pendiente y el maldito despertador. Pero quedan todavía varias jornadas que salvar, y para hacer más dulce la espera, nada mejor que un buen menú para llevar y comer en el trabajo.
Hoy comparto con vosotros una ensalada de arroz con remolacha que, con más o menos variantes, comencé a hacer hace muchos años, recién inaugurada mi independencia. La servía cuando tenía algún invitado en casa, y llamaba la atención por su color rosa, además de ser un buen plato "festivo" para presupuestos limitados como era el caso.
Para acompañarla he creado un bocado con un toque exótico, una combinación de sabores que me acompaña en el pensamiento desde que hice un taller de sushi y conocí las posibilidades de la papaya, el jamón y las hierbas aromáticas. Que sea buen provecho.