Recuerdo que de pequeño el melón no se encontraba entre mis frutas favoritas —por no decir que le tenía un poco de tirria— y ante la eterna pregunta de si prefería melón o sandía, siempre me quedaba con la sandía.
Sin embargo, con el paso de los años, el melón se ha ido ganando un sitio en mi corazón. La sandía ya no me sabe a nada, tal vez porque mis gusto han cambiado o porque el huerto del hombre a quien se las compraba de pequeño ahora es un edificio de diez plantas y las que compro en el supermercado no se parecen en nada.
El caso es que ahora que he cambiado de bando estoy disfrutando de las distintas variedades de melón. Entre mis preferidas se encuentra el melón Galia, que es todo dulzura en un tamaño reducido.
El origen
La variedad de melón Galia no es una variedad histórica, sino un cruce entre dos variedades desarrollado en 1970 por Zvi Karchi en Israel. Su nombre es el femenino de la palabra "Gal" que significa "ola" en israelita. Para el cruce se emplearon las variedades Cantalupe y Honedew. Como se puede ver, de la primera cogió la piel exterior muy rugosa y estriada y de la segunda ese color verde tan característico.
No es una variedad especialmente difícil de cultivar, por lo que la podemos encontrar a lo largo y ancho del mundo, allí donde se cultivan otras variedades de melones. Brasil, España, el sur de Estados Unidos, Costa Rica y Panamá son los principales países productores.
El aspecto
El melón Galia es un melón pequeño y esférico, del tamaño de una pelota de balonmano, y cuyo peso no suele sobrepasar el kilo.
La piel exterior es de un color amarillo terroso, con algunos toques de verde, y está surcada por numerosas estrías de color amarillo claro, que le confieren un textura muy rugosa. Esta piel exterior es dura —aunque menos que en el melón de piel de sapo— y mucho menos fina, por lo que cede ligeramente si la apretamos con los dedos.
Una vez abierto sorprende por su pulpa abundante de un color verde intenso (sobre todo si la pieza está madura) que arrincona a las pepitas, de un amarillo mostaza, en una pequeña zona del centro.
Su piel fina y su carne no demasiado firme hacen que cortarlo sea una tarea extremadamente sencilla en comparación con otras variedades de melón o con la sandía.
La degustación
Aunque para gustos, melones, la Galia es una de las variedades de melón que más disfruto, principalmente por su sabor dulce y su carne que se deshace en la boca.
Además, su color verde intenso produce un cruce de cables en el cerebro, acostumbrado a que ese color signifique la fruta aún no está madura, por lo que su dulzor sorprende aún más.
Es ideal para comer solo a cualquier hora del día y, en mi opinión, la variedad ideal para mezclar con jamón.
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Fuente: http://www.directoalpaladars.com/
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